Rodrigo Barranco Déctor
El estado de Veracruz subió a máximo riesgo. Municipios como Boca del Río pasaron de nuevo a alerta roja, lo que implica el cierre de plazas comerciales, restaurantes y hoteles que habían gastado dinero en volver a la nueva normalidad.
Todavía más grave es el alza en casos y muertos por el coronavirus que azota la entidad sin piedad desde mediados de marzo. El centro de la pandemia fue el puerto de Veracruz, pero la voracidad del SARS-COV2 no se detuvo hasta llegar a los municipios más pequeños y recónditos del territorio veracruzano.
Lo que antes era para algunos un mito, en julio se convirtió en una realidad cruel. Todos conocemos a una persona enferma o muerta por el coronavirus, incluyendo figuras públicas como el secretario de gobierno, Eric Cisneros Burgos.
Desde el comienzo de la pandemia, el gobierno federal y estatal mostraron un desdén por aplicar medidas preventivas. Recuerden al presidente invitando a salir a todos, o al mismo subsecretario de salud, Hugo López Gatell asegurando que el virus no era grave.
Sin ninguna restricción en aeropuertos o centrales de autobuses fue cosa de días para que aparecieran los primeros casos en la zona conurbada, la mayoría personas que llegaron de Europa y que se aislaron de manera voluntaria para evitar mayores contagios. Aunque, el COVID ya estaba en la región.
En los hechos, los dos picos más relevantes en Veracruz, en casos de COVID19 fue una combinación entre ignorancia, omisión y necesidad económica.
El Día del Niño y el Día de la Madre son festividades claves para entender el alza de casos en las ciudades veracruzanas, como Veracruz, Boca del Río. El 30 de abril y el 10 de mayo miles salieron por un pastelito, una pizza, un regalito que acabó en aglomeraciones que llenaron los hospitales en el mes y medio siguiente.
Justo cuando todo empezaba a nivelarse apareció de nuevo el señor Gatell. El 12 de junio, de manera inexplicable, el gobierno federal quitaba el semáforo rojo al estado de Veracruz y lo ponía en naranja, pasándole la batuta a los gobernadores de varias entidades para que decidieran qué municipios cambiaban de color.
Vaya error. La administración de Cuitláhuac García quitó restricciones. Empresarios, gustosos abrían en la Nueva Normalidad invirtiendo de sus ya lastimados bolsillos en gel, tapetes, y todos los utensilios necesarios para el regreso a trabajar.
Lo inevitable, llegó el tercer pico por esas decisiones y el 3 de julio el gobierno federal reculó y regresó a varios estados a rojo, incluyendo el nuestro.
A más de 10 días de esas decisiones burocráticas, la pandemia en Veracruz está fuera de control. Los casos empezaron a aparecer en todo el territorio veracruzano.
Lo que antes era exclusivo de Veracruz, Poza Rica, Coatzacoalcos, ahora se ha maximizado, el mejor ejemplo es Córdoba cuya incidencia en los últimos días superó al Puerto.
Ahora, con muertos y muertos ¿Quién se hará responsable de tales pifias? No sólo el virus golpea de manera indiscriminada, las pérdidas económicas son mayores. Parece que la única salvación que tenemos es que llegue la vacuna. Twitter @rodrigo_dector
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