Dirigente del sindicato del SAS une fuerzas con su verdugo

10/05/2021

*La dirigente omite decir a sus agremiados que trabaja de la mano con el ex alcalde de Medellín que firmó la desaparición del organismo

Urbis Veracruz

Veracruz, Ver. La dirigente del sindicato Teniente José Azueta, Angélica Navarrete ha emprendido una campaña en favor del partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), en Medellín de Bravo asegurando a sus compañeros que es en pro de derrotar a quienes privatizaron el Sistema de Agua y Saneamiento Metropolitano (SAS).

Incluso, cientos de los empleados despedidos son usados como trolles en redes sociales para mostrar la carta con los nombres de los presuntos responsables de la desaparición de la compañía, haciendo hincapié en señalar a Miguel Ángel Yunes Márquez, en ese entonces alcalde de Boca del Río.

Sin embargo, lo que omite la líder a sus simpatizantes es que ella misma trabaja de la mano con uno de sus verdugos: Luis Gerardo Pérez Pérez, exalcalde de Medellín de Bravo, que también firmó la extinción, pero que, por causas desconocidas, a él si le toleran esas acciones sin reprimendas políticas.

Y es que, tanto Navarrete como Pérez están apoyando al candidato de la alianza Morena-Verde Ecologista en Medellín de Bravo, Marcos Isleño Andrade.

El exalcade panista hizo su renuncia al PAN de manera pública y su adherencia al proyecto del nuevo morenista, mientras que Angélica funciona como una de las oradoras en los eventos del aspirante en donde llama a sus compañeros a hacer ganar a la formula del Movimiento, para, según ella, hacer regresar al SAS.

En 2016, los tres alcaldes de la zona conurbada decidieron desaparecer el Órgano de Gobierno del organismo debido a que estaba quebrado, parte del argumento era que los trabajadores tenían muchos beneficios extras a sus prestaciones de ley que hicieron incosteable a la empresa.

Medellín y Veracruz decidieron privatizar y formar Grupo MAS, mientras que Boca del Río creó por su cuenta la CAB, los trabajadores del SAS fueron invitados a trabajar luego de que los liquidaran.

Aunque muchos aceptaron, Navarrete azuzó a sus compañeros a no aceptar el dinero ni el trabajo e irse a huelga, por lo que tomaron las antiguas instalaciones del sistema y casi cinco años después ahí siguen sin resolver nada.